LA VENTANA
Este mundo está cada día más extraño: las cosas y los tiempos han variado tanto desde que tengo memoria, que en realidad, la mayoría de las veces, resulta difícil encontrar explicación alguna, a cada fenómeno que ante nuestros ojos se presenta. Esta mañana, por ejemplo, un hombre raro se ha detenido frente a mi ventana, es un tipo alto y fornido; tiene cara de pocos amigos y su personalidad me parece inexpugnable por la gran dosis de seriedad y antipatía que irradia; podría hasta decir que no es la clase de hombres, con el que a cualquier otro hombre le gustaría tener desavenencias. Es casi negro, como un universo a oscuras; por entre su boca escapan sus dientes, filosos cual arteros y traidores cuchillos de carnicero.
Caminaba parsimonioso por el pasillo del centro comercial, cuando un insistente ruido acaparó su atención y entonces, este ser tan peculiar, sin desviar la mirada, encaminó sus manos hacia un diminuto objeto prendido en la faja ancha de su pantalón. Llevándoselo hasta la gran oreja izquierda, detuvo su paso y repentinamente, empezó a hablar con este aparatito y en el lapso de unos breves segundos estalló en tremendas carcajadas para instantes después caer en el más serio de los silencios; le escuché mencionar el nombre de una mujer, de un asunto judicial y de los papeles de un auto de lujo que estaba por importar. ¿ Estará desvariando este pobre mastodonte?,pensé, ¿ o habrá escapado de algún manicomio?. Vociferaba por instantes y también maldecía segundos después para de nuevo abrir sus fauces y sonreír ligeramente al tiempo que mordía sus labios secos y húmedos a la vez; al cabo de un rato, acarició su juguete de plástico y con esmero lo guardó en su negro estuche y reiniciando su marcha desapareció para siempre del frente de mi ventana.
FIN
Barva 19 de Octubre del 2000
Oscar Artavia Sánchez
Barva 19 de Octubre del 2000
Oscar Artavia Sánchez
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